sábado, 27 de diciembre de 2008

Miedo.

A ella, después de volverle la vida,también le vuelve el miedo.

Mucho miedo.


Miedo a todo.
A perder lo que tiene. A perderle a él.
A perder un sueño. Su sueño con él. Bueno, un sueño que quizás sea una pesadilla, porque si se despierta y ve que él ya no está, y que lo que ha ocurrido no ha ocurrido como ella así pensaba, que se han esfumado todos esos momentos imaginarios... Eso ya no será un sueño, será una pesadilla, tremenda pesadilla.

Porque la realidad ya no es realidad, es surrealidad. Todo está por encima, o por debajo de lo que ella llamaría "lo real". Quizás nadie entienda lo que para ella significa decir esto, pero es demasiado. Todo le supera, todo es demasiado complicado como para comprenderlo.

Casualidades que se resiste a creer que lo son. No, no lo son.
Es el destino. Su destino, tu destino, el que sea, que se cruzan porque sí, arbitraria y gustosamente, jugando con las situaciones. Situaciones, que ni cortas ni perezosas, hacen que creamos que ha sido una casualidad que sucediera. Y no. Nuestro destino puede cambiar, está claro, pero si tenemos que llegar a uno punto en común, da igual de la forma en la que ocurra, porque al final acabará ocurriendo, queramos o no. Lo que transcurre hasta nuestro final, hasta nuestro destino, nunca mejor dicho, no está escrito. Pero el fin sí, quieras o no.

Y mientras se va dando cuenta de todo eso... Para ella todo es demasiado grande, como una habitación a la cual no le ves el techo, ni las paredes...pero sabes que es una habitación aunque no las veas. Lo sabes, pero no eres capaz de comprender el porqué de esa situación, el no ver ese fin, porque todo te supera.



Porque aunque parezca mentira, la realidad termina siendo tan surreal...